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Un lugar para encontrarse a sí mismo

Dag Shang Kagyü es un centro budista situado en el prepirineo altoaragonés, en la provincia de Huesca, cerca de un pequeño pueblo llamado Panillo. Se accede por una carretera de montaña y está rodeado de un paisaje espectacular. Es un lugar idóneo para la meditación donde el encuentro con la naturaleza y el silencio favorecen el trabajo interior.

Nada más llegar a D.S. Kagyü encontramos diferentes entradas: en la de abajo se encuentra el parking con un panel en el que se explica que fue fundado en 1984 por S. E. Kalu Rimpoche y que el director espiritual es Lama Drubgyu Tenpa. También nos cuenta que es un centro religioso en el que poder acercarse al budismo tibetano. Un lugar donde encontrar silencio, tranquilidad, sosiego y paz. Por otro lado, nos pide mantener la moderación del habla, no fumar en el recinto, no traer animales de compañía, no tirar la basura al suelo y no comer o hacer picnic en el terreno. Subiendo por unas escaleras, encontramos otra entrada que va a dar al templo. Otro acceso es el de la carretera. En ésta aparece un buda tumbado sobre el costado derecho; se llama Buda Shakyamuni y se halla en esa postura debido a que así fue como murió, en un bosque de mangos al noroeste de Patna. Junto a éste hay otros símbolos pintados como son unas huellas del mismo buda, un par de mantras escritos, un símbolo llamado doble Dorje que, según explica la propia encargada de la tienda, significa «la mente despierta del Budha». Por último, hay un protector que se llama Mahakala (tiene una expresión airada para ahuyentar aquello que nos impide practicar las enseñanzas de buda). Esta entrada da paso, mediante un sendero, a la estupa. La última vía de acceso da al patio del templo y la llaman la entrada principal. Es un camino de asfalto con símbolos pintados en el suelo y mantras en los laterales. Pasas por debajo de un pórtico que tiene dos ciervos guardando la entrada, es como un camino hacia la felicidad.

En la oficina de información, Laurel Gonzalo cuenta que, en 1984, Kalu Rimpoche, un lama muy importante de la escuela Kagyüpa, visitó España y “paseó por la zona”. Además, Gonzalo asegura: Rimpoche “tuvo la visualización de que aquí habría un monasterio que funcionaría muy bien de la escuela Kagyü. Hoy en día es la sede europea de la escuela Kagyüpa”. También nos comenta que el monasterio tiene los requisitos necesarios para ser un templo budista: estar orientado al sur y estar rodeado por dos ríos (en este caso por el Ésera y el Cinca).

La gente que te encuentras en el centro budista es de todo tipo: jóvenes, familias, personas mayores; todos en un ambiente armonioso y de gran tranquilidad. Solo se escuchan los sonidos de los pájaros y se puede disfrutar de una fabulosa vista del monte de Panillo. No podemos acceder al interior del templo porque se está preparando una celebración, pero vemos que se acercan dos lamas sonriendo. Son unas personas que, además de transmitir mucha paz, siempre tienen la sonrisa en el rostro.

Laurel Gonzalo explica que hay distintas formas de visitar el monasterio budista: puedes ser visitante y asistir a los cursos de fin de semana o puentes, dirigidos por los lamas residentes o lamas y maestros que regularmente visitan el centro; o venir de retiro espiritual. “Te aíslas en una casita y sigues la práctica de la filosofía budista con la guía de un lama. El tiempo lo eliges tú mismo y sólo pagas el alojamiento”, explica Gonzalo.

Estando en la oficina de información llega una chica con una bolsita llena de unas bolitas llamadas mendru. Las tienes que poner debajo de la lengua hasta que se deshagan. Según cuenta la chica son bendiciones del Karmapa y del Dalai Lama: “Es una mezcla de hierbas y sustancias sagradas que se utilizan en rituales y te da armonía, paz y energía”.

También encontramos una pequeña tienda en la que venden todo tipo de productos relacionadas con el budismo, como libros que te introducen en la materia o dedicados a los cursillos que realizan en el templo, inciensos, CDs, estatuas de budas, mantras, símbolos budistas, pulseras, camisetas… A pesar de encontrarse en pleno monte, el templo Budista está perfectamente comunicado con el resto del mudno ya sea mediante conexión telefónica o vía Internet con Facebook, Youtube o la página web que han creado: http://dskbudismo.org/.

En nuestro recorrido también nos explican las utilidades de la estupa, del propio templo y de la casita de ofrendas de luces. La estupa está abierta a todo el mundo y es la representación de la mente iluminada. Se pueden hacer tres tipos de actividades: La primera es dentro, se llama postración y requiere una superficie lisa. En verano se ejecuta otra práctica por la noche en la que un monje realiza una lectura. Por último, puedes efectuar una acción fuera de la estupa meditando en movimiento, dando vueltas a la estupa, y girando los molinos, ya que en ellos están impresos mantras de bendiciones y al girarlos se expanden al universo. “En un principio se dan como mínimo tres vueltas que se corresponden a cuerpo, palabra y mente (buda, dharma y sangha), pero puedes dar las que te salgan del corazón andando en el sentido de las agujas del reloj”, nos comentan. En este sentido, Laurel Gonzalo añade que, mientras se camina, se puede recitar el mantra de la compasión “Om Mani Peme Hung” o cualquier otra plegaria de buenos deseos para todos los seres. Un recorrido que nos aconseja un hombre que esta haciendo unos cursillos es que “se pueden circunvalar pequeñas estupas alineadas a lo largo del camino desde el arco de entrada hasta el patio del templo, bajando por el camino de grava y subiendo por la calle, de modo que las estupas queden siempre a nuestra derecha”.

Por otro lado, nos explica Laurel Gonzalo que en el templo hay un altar en el que se encuentran textos del Dharma y ofrendas. Es el lugar de encuentro en el que se realizan prácticas y rituales cotidianos, siendo la entrada libre todos los días a las 7 de la mañana y a las 7 de la tarde para todos aquellos que quieran participar.

Por último, está la casita de ofrenda de luz, que guía a todos los seres alejándolos del sufrimiento de la ignorancia, ayuda a los seres que han fallecido y aparta la oscuridad de los obstáculos durante las prácticas y las plegarias.

Texto y fotografías por: Alicia Mellén, alumna de 2º de Periodismo de la Universidad San Jorge

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