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Inmortal (columna literaria)

Homer Simpson tiene 35 años. Viste un pantalón azul, una camiseta blanca y en su cabeza brillante asoman tímidamente dos pelos. Este simpático dibujo amarillo no es listo y ni si quiera es atractivo, pero tiene algo que el hombre ansía conseguir: la inmortalidad. Se cumple este 2012 el vigésimo segundo aniversario de “Los Simpsons” y el protagonista de la serie continúa con sus 35 años, llevando la misma ropa y teniendo el mismo aspecto. La televisión es el elixir de su eterna juventud y parece que nosotros, al observar por la pequeña pantalla su vida, le regalamos los años que vamos dejando por el camino.

Yo padezco el Síndrome Simpson y una  obsesión continua hacia el paso irremediable del tiempo.  Cuento los segundos que desperdicié, las miradas que  aparté y las oportunidades que dejé escapar, y que, sin duda, habrían cambiado sustancialmente mi presente.

Es entonces cuando decidí que no quería morir. Sabía que no iba a ser fácil pero tampoco imposible. Yo confiaba plenamente en las palabras  de Eduard Punset quien dijo una vez que él puede ser la primera persona inmortal porque nadie le ha demostrado lo contrario.  Y en el fondo, tiene razón.

Yo creo que los seres humanos no abandonamos el mundo de los vivos, una vez muertos, si  una persona del planeta tierra recuerda nuestro nombre, nuestra vida o lo que le aportamos a él o al mundo. El periodismo me permite expresarme en el presente y seguir haciéndolo en el futuro. La escritura, ese papel lleno de palabras muertas, me  revivirá cada vez que alguien emplee su tiempo en leerme. No me importa que me quiera o que me odie, solo crear una sensación u opinión en él. Encontré la  panacea.

John Lennon siempre decía que la vida es aquello que te va ocurriendo mientras te empeñas en hacer otros planes. Y el artista aragonés positivista Sergio Algora cantaba en su canción Pon tu mente al sol que fabricó un dado con la palabra hoy a cada lado. Consejos  y consejos que no ayudan a frenar los segundos, pero sí a tomar una decisión en el momento, vivir el presente y despreocuparse por lo demás.

No comprendo el miedo a la muerte, ni a la vejez, solo a la vida sin vida, al cambio y al olvido.

Escrito por: Claudia Salete Calvo, alumna de 2º de Periodismo en la Universidad San Jorge (USJ)

Foto por: Francho Pastor Algora

 

Universidad San Jorge