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Relato literario: Infidelidad

“Te he engañado”. Esa frase se me quedó marcada con fuego. Tres palabras frías, dolorosas, horribles… Las palabras no tienen vida propia. No pueden sentir, vivir, soñar. Pero el daño que hacen es enorme. Poco a poco, me iba derrumbando por dentro. Algo me decía que era broma, que no podía ir en serio. Pero al ver su cara, su rostro me confirmó lo que yo quería negar. Sus ojos lloraron hasta hacer daño.  Se giró con indiferencia y me quedé sola con mis pensamientos. Pensamientos con vida propia donde las imágenes bailan en mi cabeza y millones de preguntas surgen. Pero no hay respuesta. Nunca las habrá.

No tengo fuerzas.  Me cuesta seguir con mi vida. No como, no me relaciono, no vivo. Solo lloro. Era el hombre de mi vida. Ahora me encuentro sola. Mis planes se esfumaron. Huyeron sin pedir permiso. Y ahora… ¿Quién soy yo?

Me pongo una copa de wiski. Permanezco tirada en el sofá, sin encender ningún aparato. Escucho solo mis pensamientos. Cada uno de ellos es una copa más en mi cuerpo. Las copas siguen una tras otra. El alcohol se adueña de mi cuerpo. Felicidad ¿Dónde te escondes?

Me pongo a revisar cartas; una en especial, de mi madre, llama mi atención. La leo. Una frase se me clava: “Los pequeños detalles mueven la vida”. Me dispongo a ser más fuerte que nunca. Veo una luz al final del túnel. ¿La habrá? Miro al horizonte. Veo el mar. El aire acaricia mi cara.  Veo un futuro cercano pero tengo miedo. Miedo de saber de mi vida.

Informa: Ana Villasagaste, alumna de 1º de Publicidad y Relaciones Públicas

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Universidad San Jorge